INMACULADA DEL SIGLO XVIII
Magnífica restauración del pintor Juan Castro Carmona.
Sin conocimientos previamente adquiridos ni formación académica alguna, tan sólo guiándose por su intuición y por su oficio de pintor, el gran maestro J. Carmona rescata del abandono, de la destrucción y del olvido esta encantadora Inmaculada del siglo XVIII, cuya corriente pictórica entronca con la escuela sevillana, poniendo su anónimo autor elevadas dosis de amor en su ejecución. Destacando de esta pieza dieciochesca los conseguidos rostros de la Virgen y de los querubines que la secundan.
Para dotarla de una nueva vida, el pintor hubo de entelar el desgastado lienzo, que más parecía un colador por donde se filtraba la luz a raudales; subsanar los desperfectos de la tela y limpiarla lo necesario para no borrar la huella del tiempo; repintar las zonas más deterioradas igualando el color con las tonalidades adyacentes y, finalmente, usando su escueto y desvencijado marco original como entrecalle, una vez restaurado, la enmarcó con otro antiguo marco decorado con pan de oro adaptándolo a las medidas de la tela con objeto de realzar la pintura. Objetivos todos estos logrados con creces como se puede apreciar.
Sin duda alguna, es digno de admiración constatar la enorme voluntad y capacidad de Carmona para rescatar todo aquello que contiene en sí mismo el germen del arte en cualquiera de sus manifestaciones, por muy pésimas que sean sus condiciones de conservación, consiguiendo, en breve, asombrosos resultados como es el caso que nos ocupa.
Características:
Inmaculada. Siglo XVIII: Escuela sevillana. Anónimo. Óleo sobre lienzo. Medidas: 61 x 82 cm.
Restaurada, entelada y enmarcada por el pintor Juan Castro Carmona.